Israel contra el programa nuclear iraní
Del sabotaje encubierto al bombardeo abierto, Israel redefine las reglas del juego frente a Irán. Te explico qué cambió y por qué este ataque no es solo un capítulo más.
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En estos momentos en que escribo, Medio Oriente se encuentra en un momento de máxima tensión (esto parece una idea casi repetida, un lugar común para hablar de la región y de cada acontecimiento que ocurre). Irán ha respondido con un contraataque al bombardeo israelí del 12 de junio [2025] que destruyó instalaciones nucleares, bases militares y causó la muerte de varios comandantes y científicos de su programa nuclear. Mientras se desarrollan esos sucesos, es importante revisitar cómo Israel ha buscado evitar que Irán logre desarrollar armas nucleares.

El ataque israelí se presenta en un escenario complejo: durante los días previos se especulaba sobre un posible ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, Estados Unidos había advertido a su personal diplomático, mientras que simultáneamente se esperaba una nueva ronda de negociaciones para revivir el acuerdo nuclear con Irán en Omán. Cabe recordar que este es el mismo acuerdo que Donald Trump había conducido al fracaso con su retiro en 2018. A esto se sumaba un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que señalaba el incumplimiento de Irán de los límites sobre el enriquecimiento de uranio, que se estima en un 60% —muy cerca del 90% necesario para la producción de una bomba nuclear, que podría lograrse en cuestión de semanas.
En abril, cuando se iniciaron las negociaciones en Omán, Trump había establecido un plazo de 60 días para alcanzar un acuerdo, amenazando con un ataque contra Irán si no se lograba. El ataque de Israel coincidió con el vencimiento de este ultimátum.
De la guerra en las sombras al conflicto abierto con Irán
En uno de los ensayos más controvertidos de las Relaciones Internacionales, Kenneth Waltz argumentó que el desarrollo de armas nucleares por parte de Irán podría estabilizar la región al generar un equilibrio disuasivo con Israel. Sin embargo, esta no ha sido la postura predominante, pues se considera que esto conduciría a la proliferación de tecnología nuclear, la posibilidad de que grupos terroristas (como Hezbollah) puedan acceder a ella y, por supuesto, dada la ideología del régimen, representaría una amenaza existencial para Israel.
De tal modo, Israel ha multiplicado sus esfuerzos para sabotear y retrasar el programa nuclear iraní, pasando por los asesinatos de científicos —como el de Mohsen Fakhrizadeh en 2020, abatido con una ametralladora controlada remotamente—, el hackeo de centrifugadoras en Natanz mediante el virus Stuxnet (en colaboración con EE. UU. en 2010), y diversos ciberataques a instalaciones nucleares clave (como ocurrió en 2021). Hasta entonces, estos sucesos eran denominados la "guerra en las sombras" entre Israel e Irán. Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, esta guerra se realiza abiertamente e Israel está determinado a poner fin al programa nuclear iraní.
Examinando el ataque a Irán, ¿qué cambió entre 2024 y 2025?
El ataque del pasado 12 de junio representa el mayor ataque de Israel contra Irán hasta la fecha, y es muy posible que vaya más allá del intercambio limitado de ataques que se presentaron en abril y octubre de 2024. En esta ocasión, el mismo Primer Ministro Benjamín Netanyahu ha anunciado que la operación se prolongaría los días que sean necesario.
Vale la pena señala que en abril de 2024, tras un inusual ataque directo con drones y misiles por parte de Irán hacia territorio israelí —en represalia por el bombardeo israelí al consulado iraní en Damasco—, Israel ejecutó un ataque quirúrgico contra una instalación militar en Isfahán, sede de un centro de investigación nuclear, en lo que fue leído como un mensaje de advertencia. Posteriormente, en octubre, Israel llevó a cabo una serie de ataques aéreos y cibernéticos contra instalaciones militares y de inteligencia iraníes, especialmente enfocándose en sistemas de defensa aérea y centros de comando. Sin embargo, a diferencia de aquellos episodios, el ataque del 12 de junio parece haber apuntado con claridad y contundencia a desmantelar o al menos retrasar el corazón del programa nuclear iraní, incluyendo instalaciones subterráneas, científicos clave y centros de toma de decisiones estratégicas.
De este modo, 2024 dejó varias lecciones tanto para las fuerzas iraníes como las israelíes. En primer lugar, rompió el tabú de la imposibilidad de un ataque directo entre ambos países y, segundo, demostró que tanto Israel como Irán pueden penetrar las defensas aéreas del otro. Sin embargo, la balanza parece inclinarse a favor de Israel.
Estos antecedentes fueron clave en la operación "Operación León Naciente”, como fue denominada. Esta fue una operación que involucró infiltraciones, saboteo de los sistemas de defensa, uso de drones y ataques simultáneos contra centrales nucleares, bases militares, comandantes y científicos. A continuación, un resumen de los ataques a las bases nucleares.
Al respecto, vale la pena destacar que dos de los principales focos del ataque fueron las instalaciones nucleares de Natanz y Fordow, consideradas pilares del programa nuclear iraní. No obstante, ambas representan un desafío técnico considerable debido a su profundidad subterránea. En el caso de Fordow, se estima que se encuentra excavada dentro de una montaña, lo que dificulta incluso el impacto directo de bombas de penetración profunda como la GBU-57 estadounidense, diseñada para atravesar decenas de metros de concreto reforzado.
Aunque estas estructuras no pueden ser fácilmente destruidas en un solo ataque, sí pueden ser afectadas mediante bombardeos sucesivos, ondas de choque repetidas o incluso provocando vibraciones sísmicas que comprometan su funcionamiento interno. Además, como se evidenció en el sabotaje de 2010 atribuido a Stuxnet, las centrifugadoras —elementos clave para el enriquecimiento de uranio— constituyen un blanco relativamente más vulnerable. Su destrucción, aunque parcial, puede retrasar significativamente el avance del programa.
Paralelamente a los ataques contra instalaciones nucleares, Israel ha implementado una estrategia de "decapitación" dirigida tanto a líderes militares clave —especialmente de la Guardia Revolucionaria y la defensa aérea iraní— como a científicos de alto nivel del programa nuclear. Los bombardeos han alcanzado no solo bases militares, sino también zonas residenciales donde se presumía la presencia de altos mandos y personal técnico estratégico. Esta táctica tiene un doble propósito: obstaculizar la capacidad de respuesta coordinada de Irán y eliminar el capital humano esencial para el avance del programa atómico. La eliminación selectiva de figuras clave ha sido una constante en la política israelí hacia Irán, y este ataque amplía esa estrategia con una escala y sincronización sin precedentes.
¿Qué resta para Irán? ¿Qué sigue?
Como se ha señalado, Irán ya ha comenzado su respuesta militar contra Israel. Sin embargo, es fundamental considerar que el ataque israelí se produce en un momento de gran debilidad y vulnerabilidad para Teherán. El país no solo arrastra el peso de años de sanciones económicas, sino que también enfrenta la fragmentación progresiva de su llamado “eje de resistencia”: Hamás se encuentra acorralado en Gaza, los hutíes han sido duramente golpeados recientemente, Hezbollah ha perdido capacidad operativa, y a todo esto se suma la caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria, uno de sus principales aliados.
En este contexto, como advierte Kenneth M. Pollack en Foreign Affairs, las opciones de Irán para responder de forma directa son extremadamente limitadas. Su fuerza aérea no tiene alcance para atacar a Israel, una ofensiva terrestre sería imposible y medidas extremas como cerrar el estrecho de Ormuz podrían desencadenar una respuesta militar internacional masiva. Por ello, la única vía inmediata son misiles y drones, que han demostrado ser poco efectivos ante las robustas defensas israelíes. Ante esta falta de alternativas, Pollack advierte que el verdadero riesgo es que Irán abandone el Tratado de No Proliferación Nuclear y decida desarrollar armas atómicas como única forma de disuasión. Paradójicamente, el ataque de Israel, pensado para frenar ese escenario, podría terminar por acelerarlo.
De este modo, nos encontramos en una nueva etapa de tensión e incertidumbre en Medio Oriente. Si bien líderes mundiales y organismos internacionales han hecho llamados a desescalar la situación, queda por ver en los próximos días cómo estos ataques afectarán una posible negociación entre Estados Unidos e Irán. El propio expresidente Donald Trump, ahora nuevamente en el poder, ha advertido que la única salida para Irán es negociar o “perderlo todo”.
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